El filósofo y jurista francés, Montesquieu afirmó: “para que no se pueda abusar del poder, es preciso que el poder detenga al poder.” A lo largo de la historia se ha visto que el poder en las manos de una sola persona siempre ha traído graves consecuencias, por ello el poder del Estado se divide en tres: Legislativo, Ejecutivo y Judicial. A pesar de esto, nos encontramos dentro de una alarmante situación en donde el equilibrio del poder quiere ser destruido. La destitución de los magistrados de la Sala de lo Constitucional y el fiscal general no es nada menos que el intento de concentrar el poder en una misma entidad política y ejercerlo como sea. Esto podría significar el fin del gobierno republicano, democrático y representativo tal como lo conocemos.
Fue en la Edad de la Ilustración (The Age of Enlightenment) después de tanta injusticia y negligencia por parte de las monarquías absolutistas en Europa, cuando la idea planteada por Montesquieu sobre la separación de poderes gubernamentales cobró gran relevancia. Este sistema tripartito logró crear la estabilidad política que durante tanto tiempo careció, pues garantiza que el poder no se concentre, disminuyendo significativamente cualquier riesgo de despotismo. La división de los 3 órganos utiliza el principio de frenos y contra pesos para que ninguno pueda llegar a ser todopoderoso y cada uno de ellos tenga la potestad de frenar cualquier abuso de poder por parte del otro. Es crucial recordar que El Salvador es uno de los países más violentos, con altos índices de corrupción e impunidad, es por ello que la buena administración del poder y un sólido sistema de control es vital para mantener un Estado libre y democrático.
Bukele ganó el ejecutivo hace 2 años y las elecciones parlamentarias hace un par de meses, ahora destituir a los magistrados de la sala de lo constitucional, cuyo trabajo es como parte del órgano judicial detener acciones ilegales, significa tomar control de los tres poderes fundamentales. Dejando al Estado Salvadoreño completamente desprotegido a abusos de poder, suprimiendo la democracia y eliminando el pluralismo de nuestro sistema político. Este acto es totalmente incompatible con el sistema democrático que se establece expresamente en el Art. 85 de la Constitución y violenta el orden constitucional según los jueces del sistema judicial salvadoreño “Rechazamos las referidas actuaciones del Órgano Legislativo por ser inconstitucionales”
No soy constitucionalista, ni mucho menos pretendo serlo, pero solo hace falta echar un vistazo al pasado para constatar que el poder absoluto jamás ha funcionado. Ni aquí en Centroamérica, ni en ningún otro país alrededor del mundo en toda la historia de la humanidad. ¿Por qué? Puedo resumirlo con una frase que mi maestra de literatura dijo una vez, citando a John Dalberg Acton: "El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente." Incluso si afirman que es por el bien común, incluso si tienen buenas intenciones, un poder concentrado nunca es bueno porque la naturaleza humana es incapaz de manejar tanto poder sin que en algún punto se salga de las manos y se desate el caos.
Esta es una lección que la historia misma nos ha revelado en varias ocasiones, por lo que es imperativo que la estudiemos y aprendamos de ella. Cuba, Venezuela, Nicaragua, son solo algunos de los muchos países de América Latina que han caído en la dictadura y cuyas consecuencias se revelaron desastrosas. Incluso teniendo ejemplos tan cerca cometemos los mismos errores y vemos como la historia se repite. Nuestro pasado debe servirnos de guía hacia una mejor toma de decisiones, hacia un mejor futuro. Si el equilibrio del poder no se restituye y los ignorantes continúan aplaudiendo en contra de la democracia El Salvador podría ser el siguiente en esa lista negra.
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